Un viaje de cuento: Caperucita Roja entre los árboles de Palermo
La conocen como Caperucita Roja. Aunque su escultura brilla con el blanco helado del invierno, su nombre proviene del famoso relato que atravesó siglos y mares hasta echar raíces en el alma de Palermo. La obra fue creada con gran habilidad por Juan Mario Carlus —escultor con sangre francesa, italiana, o quizás una mezcla de ambas, como tantos inmigrantes que dieron vida al barrio— y fue instalada por primera vez en Plaza Lavalle, allá por 1937.
Como toda protagonista de fábulas, Caperucita vivió su propio viaje de exilio, mudándose de plaza en plaza, hasta que en 2010, tras un minucioso proceso de restauración —que incluso recuperó la oreja del lobo, víctima del vandalismo—, regresó al lugar que parecía estar hecho para ella: el corazón verde de Palermo. Hoy se la puede ver en esa esquina encantada donde se cruzan la Avenida Sarmiento y la Avenida del Libertador, justo frente a la Plaza Almirante González Fernández.
Caperucita forma parte del alma del paisaje, como los jacarandás floreciendo en primavera o el tintinear nostálgico de la calesita. Los domingos, familias enteras posan a su lado para una foto, muchas veces sin imaginar que esa figura lleva casi 90 años siendo testigo del paso del tiempo.
La escultura, imponente, pesa dos toneladas.
